LA EXPANCIÓN EUROPEA DE LOS SIGLOS XIV-XVI Y LOS VIAJES DE EXPLORACIÓN.

Los viajes de rescate de oro e indios a Tierra Firme en América.

En 1497 la corona española autorizó a los particulares a organizar empresas de conquista, en las tierras descubiertas por Colón. Para 1500 fueron ocupadas las islas de Puerto Rico, Jamaica y Cuba, y se comenzó a trasladar mano de obra indígena de las islas inútiles hacia los centros de explotación aurífera de las Antillas Mayores. Fue así como España empezó a conformar un vasto imperio colonial, y las Antillas se transformaron en su primera plataforma de conquista para acceder posteriormente a tierra firme. Consolidado el dominio español en la isla La Española, algunos capitanes ávidos de riqueza, honra y poder, consiguieron autorizaciones de la corona para realizar las llamadas empresas de rescate.
En estas expediciones se trataba de tomar contacto con los indígenas de Tierra Firme (inicialmente las costas atlánticas de Centroamérica y Colombia), para intercambiar con ellos chucherías por oro. Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa obtuvieron del rey, en 1508, los títulos de gobernadores de Urabá o Nueva Andalucía (costa Noroeste de Colombia) y Veragua o Castilla de Oro (el Darién, en la costa atlántica del actual Panamá), respectivamente; en 1510 se fundó por Nicuesa la primera ciudad en el continente americano, Santa María la Antigua del Darién, lugar de gobernación del territorio de Castilla de Oro. Estos asentamientos tuvieron grandes problemas, especialmente en la costa colombiana; debido a la selva costera, el clima subtropical y las tribus nativas que dispersaban a los españoles con sus ataques y les causaban muchas bajas con sus flechas envenenadas. 
En 1510 arribó a Tierra Firme Vasco Núñez de Balboa, quien constituyó un liderazgo opuesto a Ojeda y Nicuesa y realizó varias expediciones, desde Santa María la Antigua en dirección al Darién, donde obtuvo las primeras noticias del Océano Pacífico y de un reino llamado Pirú, ubicado al sur. En 1513, al frente de 190 españoles y 810 indígenas, se dirigió al istmo de Panamá, a donde llegó con 67 sobrevivientes a la Mar del Sur, que recibiría luego el nombre de Océano Pacífico. 8 En febrero de 1519 salió de La Habana con destino a las remotas tierras del Yucatán, una empresa de rescate, conformada por unos 600 hombres, 16 caballos y algunas piezas de artillería, capitaneada por Hernán Cortés; siguió la ruta que Juan de Grijalva tomó en 1518, hacia Cozumel (a). Era la tercera expedición enviada desde Cuba por el gobernador Diego de Velázquez, quien pretendía obtener oro de las regiones aun escasamente exploradas. Al desembarcar en Tulúm, en la costa de la actual Quintana Roo, se les incorporó el fraile Gerónimo de Aguilar, quien había sobrevivido a un naufragio hacía nueve años, y quien ya dominaba la lengua maya, con lo que los españoles contaron con un traductor. Continuaron su viaje costero recorriendo el extremo norte de la Península de Yucatán, siguiendo el camino que había recorrido en 1517 Francisco Hernández de Córdova, pasando por la Laguna de Términos y desembarcando en Champotón (c), en donde tuvieron su primer enfrentamiento victorioso con los indígenas. 


Los habitantes de esas tierras les entregaron regalos y les comunicaron que el centro político más importante se encontraba tierra adentro, en Tenochtitlán, lugar de los Mexicas que eran gobernados por Moctezuma, quien controlaba una amplia área geográfica; uno de los regalos de Cortés resultó invaluable, una indígena que conocía la lengua mexicana y la maya, la Malitzin o Doña Marina, como fue bautizada por los hispanos.


Siguieron recorriendo la costa, ahora con el objetivo de avanzar hacia los dominios de Moctezuma, hasta llegar a las cercanías de la actual Veracruz (d), donde establecieron la Villa Rica de la Vera Cruz, que sería el primer ayuntamiento del territorio posteriormente conocido como la Nueva España. Desde el mismo momento en que arribaron a la región, Cortés demostró excepcionales dotes de mando y habilidades para captar la compleja realidad del mundo indígena. Asimismo, resolvió inmediatamente romper con Diego Velásquez, Gobernador de Cuba, y proceder en adelante en nombre propio y de su hueste, a la conquista de nuevos territorios. 
En Cempoala, la capital totonaca cercana a la costa, fueron bien recibidos por el denominado Cacique Gordo, quien les proporcionó noticias acerca del imperio mexica con su capital Tenochtitlán. De mucha ayuda para comunicarse y entenderse resultó la Malinche o doña Marina, ya que Aguilar dominaba la lengua maya y el castellano, y Marina conocía la lectura de códices y hablaba las lenguas náhuatl y maya, con lo que Cortés pudo empezar a conocer el mundo indígena.
Así, los españoles contaron desde un comienzo con valiosa información sobre las relaciones políticas que imperaban entre los diversos pueblos que habitaban la meseta del Valle de México y que estaban sometidos a los mexicas.
Así, los españoles contaron desde un comienzo con valiosa información sobre las relaciones políticas que imperaban entre los diversos pueblos que habitaban la meseta del Valle de México y que estaban sometidos a los mexicas.
En la mente de Cortés cobró fuerza la idea de avanzar a la capital mexica y apoderarse de sus riquezas. Se dirigió tierra adentro, primero al territorio independiente de Tlaxcala; luego de derrotar militarmente su resistencia, logró una alianza estratégica con este pueblo y con otros enemigos de los mexicas. A partir de entonces el poderío español se vio incrementado por los indios amigos, quienes resultaron decisivos a lo largo del proceso de conquista en la zona central del actual México.
Tras un accidentado camino hacia las tierras altas del centro del actual territorio nacional, no exento de sangrientas matanzas, como la de Cholula, los españoles contemplaron la impresionante vista de Tenochtitlán; era el 8 de noviembre de 1519. Si bien los hispanos fueron bien recibidos por el gobernante Moctezuma ll, quien pensó que se trataba de dioses, la convivencia pacífica no duró mucho tiempo.
Una feroz matanza, perpetrada por los españoles en el Templo Mayor de Tenochtitlan, culminó con la huida de Cortés y sus hombres en julio de 1520. Los españoles, en desventaja numérica, tuvieron que huir al amparo de la noche por una de las cuatro calzadas principales, las cuales estaban interrumpidas por acequias y puentes que habían sido retirados por los indígenas. En esta batalla los españoles perdieron 200 hombres; los fugitivos, al llegar a tierra firme, fueron auxiliados por los otomíes, que les proporcionaron alimentos. Luego de esto se refugiaron en Tlaxcala, donde restañaron sus heridas. 






Cortés inició una etapa de preparación militar para sitiar definitivamente a Tenochtitlan, que se extendió por casi un año. Desde Tlaxcala los españoles prepararon la ofensiva construyendo trece bergantines, que fueron trasladados por piezas hasta Texcoco, a orillas del lago, donde se les colocó las piezas de artillería. Además, se adiestró a guerreros tlaxcaltecas en los métodos de lucha españoles y se reforzó la hueste castellana con contingentes provenientes de Cuba. El ataque se inició con la destrucción de los poblados cercanos y prosiguió con el sitio de la ciudad, que duró 75 días. Las enfermedades, la falta de agua (se había cortado el principal acueducto), de comida, el hacinamiento y la lucha continua vencieron la resistencia azteca encabezada por Cuauhtémoc. El 13 de agosto de 1521, el imperio azteca quedó sometido a Cortés. 14 Consumada la captura de Tenochtitlán por Hernán Cortés, cayeron en manos castellanas los amplios territorios sujetos por tributación a los mexicas. La conquista provocó la desaparición del mundo aborigen americano, es decir, se interrumpió para siempre el devenir histórico de grandes civilizaciones e importantes culturas.
En 1535 fue establecido el virreinato de Nueva España, y con ello los conquistadores iniciaron, a lo largo de todo el siglo XVI, el dominio y explotación de la inmensidad de sus nuevas posesiones, a partir de la ciudad de México, que sería construida sobre los cimientos de la antigua ciudad prehispánica, como sede del gobierno y la administración durante todo el periodo colonial. Su primer virrey fue don Antonio de Mendoza, conde de Tendilla. 
Trastornadas sus jerarquías, alterada su estructura económica, y amenazadas creencias sus religiosas, los indígenas tuvieron que adaptarse las nuevas circunstancias impuestas por los conquistadores.
La derrota fue interpretada como el abandono por parte de sus dioses y el fin de un ciclo cósmico. En la primera mitad del siglo XVII, alrededor de un 80% de la población aborigen había desaparecido por distintas razones.


Se piensa que la resistencia indígena se limitó al proceso de conquista que culminó en la segunda mitad del siglo XVI, pero fue una constante del largo período colonial. A medida que las huestes hispanas avanzaban y dominaban los extensos territorios americanos, se enfrentaron a muchos pueblos que les opusieron una tenaz lucha. El rechazo se manifestó de diversas maneras, abarcando desde la simple resistencia pasiva incorporada al quehacer diario, hasta la rebelión armada y generalizada.