LA IGLESIA DE LA NUEVA ESPAÑA

   LA IGLESIA DE LA NUEVA ESPAÑA

El clero regular

Se ha llamado así por encontrarse sujeto a una regla con los famosos Tres votos mayores: pobreza, obediencia y castidad. Vivían en comunidad y su organización era democrática, ya que ellos mismos elegían su superior.
Existió la vida conventual femenina en dos formas: las monjas de clausura y las que preferían la evangelización.

El clero secular

El clero secular estaba sujeto a la autoridad de un obispo, quien gobernaba sobre una provincia eclesiástica. La diócesis se componía de parroquias o pequeños distritos al frente de los cuales estaban los párrocos.
En la Nueva España hubo diez obispados: los primeros fueron los de Tlaxcala o Puebla y posteriormente los de México, Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Compostela, Yucatán, Durango, Linares y Sonora.
En 1546 se creó el arzobispado de México con categoría de primaria. Uno de los problemas de la administración fue la competencia que había entre el clero regular y el secular, pues el primero se dedicaba a la cura de almas sin ser este su cometido, chocando con el clero secular quien veía invadido su campo de acción.


El tribunal del Santo Oficio

Al ser establecido este tribunal se buscaba atraer a nuevos cristianos, prescindiendo del beato y burocracia eclesiásticos por lo cual hubo ciertos enfrentamientos entre la autoridad y el espíritu evangélico.
Felipe II se ocupó de traer a América el Tribunal de la Inquisición, estableciéndose en 1569 , dirigido por los dominicos que a causa de llo perdieron algo de su popularidad. Su poder emanaba directamente de Roma.
En 1571, Don Pedro Moya Contreras comenzó a figurar como inquisidor, quien supo salir victorioso de todos los puestos que desempeño. Fue arzobispo, virrey y visitador pasando finalmente a la presidencia del Consejo de Indias. Como inquisidor lo asistieron varios funcionarios, entre ellos tres jueces y muchos comisarios.
Los suplicios eran comunes a cualquier tribunal de la época y las penas impartidas solían ser desde pertinencias espirituales hasta la muerte.
El acto de fe público o privado al cual asistía el acusado, cubierto con un hábito  llamado sambenito y con el capirote, era la ceremonia donde se ejecutaba la sentencia.
El reo que resultaba culpable, perdía sus derechos para desempeñar cargos públicos y sus bienes eran intervenidos.
El Santo Oficio tuvo a su cargo la censura de libros, especialmente durante el siglo XVIII, aunque es evidente que los libros de la Ilustración fueron permitidos a las clases sociales privilegiadas deteniendo el conocimiento del tribunal.


Los problemas entre Iglesia y Estado

La alianza entre el Estado y la Iglesia provocó tal encono entre las autoridades de ambas organizaciones que incluso se formaron partidos que fueron causa de rebeliones y altercados.
De las discordias que hubo entre obispos y virreyes es célebre la que tuvieron el marqués de Gálvez y el arzobispo Pérez de la Serna, cuando el populacho incendió el palacio.

En México como en Europa existió el alto y el bajo clero: el primero lleno de riquezas y el segundo en la mayor miseria, lo mismo ocurría con su preparación en materia cultural.