La expansión Europea de los siglos XIV-XVI y los viajes de
exploración.
La ventajosa situación geográfica de Portugal y
España facilitó la afluencia de los más diversos tipos de embarcaciones a sus
puertos y puso al alcance de sus marinos los más novedosos instrumentos
náuticos. En Sevilla, Lisboa o La Coruña se dieron cita milenarias tradiciones
marítimas que recogían la experiencia mediterránea de fenicios, griegos,
romanos, árabes e italianos y los aportes de vikingos, bretones y flamencos del
norte de Europa. El mayor aporte de la coca hanseática a la navegación y a la
expansión ibérica fue el empleo del timón de codaste, un grueso madero que como
continuación de la quilla cerraba el casco en la popa (parte trasera). Permitió
mejorar la dirección y mantener el rumbo del barco, porque ejercía una fuerza
muy potente en el agua, superior a la de los timones laterales o grandes remos
utilizados con anterioridad. Además, la coca empleaba una gran vela cuadrada
-heredada de los vikingos-, que era colocada en el palo mayor y permitía el
movimiento del barco.
Carabela portuguesa
Réplica de una Coca hanseática del siglo XIV
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La escuela náutica italiana otorgó mucha importancia al
florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien trazó un mapa indicando una
distancia de 5,000 millas náuticas (9,000 kilómetros) entre China y Europa, en vez
de las 11,500 existentes. El error animó a los navegantes a emprender la
travesía por el Océano Atlántico. Los marinos ibéricos del siglo XV habían
heredado dos sistemas tradicionales y distintos de hallar su ruta a través de
los mares. La tradición mediterránea que se basaba en el empleo de la brújula,
en derroteros detallados; y la tradición nórdica del Atlántico, que era más
primitiva; no disponían de cartas de navegación y sus métodos de estima eran
más limitados, basándose más en la práctica que en la teoría, que les legó gran
experiencia en la navegación con tiempo borrascoso por costas envueltas en
niebla y el conocimiento de las mareas y de sus tablas y, acaso lo más
importante de todo, la costumbre de practicar cuidadosos y constantes sondeos de
las aguas próximas a la costa, sobre todo si se hallaban en parajes extraños.
Portugal
Su reconquista concluyó tempranamente en el siglo XIII (año
1238). Desde entonces se sucedieron múltiples guerras por el poder entre
distintos aspirantes al trono, incluyendo a pretendientes del reino de
Castilla. A fines del siglo XIV, después de la batalla de Aljubarrota (1385),
en que fueron derrotados los pretendientes de Castilla, se impuso al frente de
los destinos de Portugal la dinastía de la Casa de Avis, con Juan I como rey.
Obtenía sus mayores ingresos de la pesca y la producción de sal. Para
incrementarlos, el rey Juan I concluyó que había que impulsar la vocación
marítima, para obtener el comercio de esclavos, oro y malaqueta o falsa
pimienta con el Oriente y África. Para lograrlo, el rey se apoyó en la naciente
burguesía local y sus capitales, que permitirían organizar diversas
expediciones náuticas hacia el continente africano. Más allá del móvil
netamente económico, se buscaba neutralizar a los beréberes de Marruecos,
quienes por su cercanía constituían un peligro latente para la estabilidad
portuguesa. La estrategia planteaba atacar a los árabes por las espaldas, lo
cual implicaba circunnavegar el África.
En 1394 nació Enrique, tercer hijo de Juan l, en la ciudad
de Oporto Desde pequeño fue un apasionado de la geografía y la navegación,
actividades a las cuales dedicó toda su vida. Fundó unas atarazanas
(astilleros) y una escuela náutica y cartográfica en Sagres.
A partir de 1416, Enrique promovió activamente una serie de
expediciones a las islas Canarias y Madera, y a las costas africanas. Se logró
incorporar las islas atlánticas de Madera y Azores y se exploró el golfo de
Guinea. Entre 1434 y 1475 los portugueses recorrieron el golfo de Guinea y las
islas de Cabo Verde. Efectuaron reconocimiento de las costas, donde se penetró
por los ríos Volta y Níger, se descubrieron algunas islas del archipiélago de
Cabo Verde y se bordeó Sierra Leona, Costa de Marfil y Costa de Oro. Asimismo,
se establecieron las primeras factorías comerciales para explotar la pimienta
africana o malaqueta e intercambiar con los nativos oro, marfil y esclavos por
objetos de escaso valor para los europeos.