Bulas de Donación de
Alejandro VI
A grandes rasgos, las bulas estipulaban lo siguiente:
1) Bula Inter coetera (3 de mayo de 1493): donó a los Reyes
Católicos las tierras situadas al occidente que no pertenecieran a otros
príncipes cristianos.
2) Segunda Bula Inter coetera (4 de mayo de 1493): fijó una línea
demarcatoria entre los territorios pertenecientes a España y Portugal, situada
a cien leguas al oeste de las islas Azores y Cabo Verde. Dado que la latitud de
ambos archipiélagos es diferente, la línea no era derecha y no se podía
utilizar un meridiano para precisar la demarcación. Ello daría origen al
Tratado de Tordesillas de 1494
3) Bula Dudum siquidem (26 de septiembre de 1493): precisó
el dominio castellano sobre las tierras que se descubriesen más allá de las
encontradas por Colón.
Las controversias entre españoles y portugueses, que se
había iniciado tras el primer viaje de Cristóbal Colón, prosiguieron; la línea
de separación indicada por el papa en la segunda Bula Inter coetera -100 leguas
al oeste de las islas Azores y Cabo Verde- resultaba no ser recta y era
imposible de seguirse en la práctica; además, para Portugal era imposible respetar
las 100 leguas al oeste de las islas Azores, ya que su navegación hacia el
África requería abrirse más hacia el oeste, para aprovechar los vientos
atlánticos y poder así remontar el extremo sur del continente.
El Tratado de
Tordesillas
Los Reyes Católicos aceptaron negociar un nuevo acuerdo,
para lo cual se convocó a representantes de ambas potencias en la localidad
castellana de Tordesillas, en junio de 1494, donde se acordó fijar la partición
del Océano Atlántico para exploración, conquista y explotación, en un reparto
del mundo entre españoles y portugueses, en el meridiano a 370 leguas al oeste
de las islas de Cabo Verde; con esto España tomaba entonces posesión del
hemisferio occidental y Portugal del oriental Las exploraciones y ocupaciones sólo
se realizarían, para cada potencia, en el hemisferio que le correspondía;
autorizándose a los barcos castellanos, en los viajes de regreso a España
provenientes de América, a atravesar la zona portuguesa.
En 1529, en ocasión del viaje de circunnavegación de
Hernando de Magallanes y Sebastián Elcano, nuevamente las potencias ibéricas
volvieron a negociar, ahora en la ciudad española de Zaragoza, para acordar el
reparto de la otra mitad del mundo. El viaje había permitido a los españoles,
al dar la vuelta al planeta, acceder por el oeste a las Indias Orientales, que
en ese momento estaban adjudicadas a los portugueses. El Tratado de Zaragoza
delimitó la zona de influencia portuguesa en Asia y terminó con las
desavenencias.